Nosotros nunca en nuestras vidas hemos presenciado la era de las máquinas de forma tan sublime, frente a nuestras pálidas miradas sobre el pizarrón y preguntándonos ¿Qué hice yo para merecer esto?, como lo estamos haciendo en cuarto año. Sí señores se trata de la innombrable, la Terminator de nuestra institución, una breve reseña acabará con vuestras sospechas.
No se sabe ni donde ni cuando nació (¿Si es que nació?) pero se cree que fue producto de una lavadora importada que cayó en altamar cercano a costas venezolanas, encontrado por malandros que escondían su evidencia. La intentaron desarmar pero al darse cuenta de su ignorancia la volvieron a armar mezclando partes de chuzos y rifles de asalto automáticos resultando en la futura pesadilla de los tomasinos. Consiguió sobrevivir gracias a que la gasolina en Venezuela prácticamente la regalan, fue aceptada en el pedagógico (No es una universidad, es un manicomio, ensambladora y orfanato) y llegó al STA al quedarse sin gasolina en Campo Alegre donde Vidal vio un gran potencial en sufrimiento y dolor. Poco a poco se hizo con el destino de los alumnos del penúltimo año al evaluar dos veces por día y jugar con los pensamientos y sueños del alumnado al estilo Freddy Krueger. En una semana ya había acabado con Química 1 de la UCV y cuatro cuadernos (Salvador siempre se lo agradece).
Cuando nosotros llegamos a cuarto año nunca nos imaginaríamos tantas horas de estudio y trasnocho, nos volvimos árabes (porque no consumíamos alcohol) y sin tiempo para los deportes y las novias, mirar a la pizarra con sus notables anotaciones era cómo le dijo Dios a San Agustín: “Hijo es más fácil llenar este agujero de arena con todo el océano que entender esto". Nosotros por nuestra parte fingimos concentración pero lo cierto es que cada quien estaba en su mundo feliz. Su plan de evaluación eran números binarios, sus talleres y exámenes tienen problemas acerca de cómo disminuir el calentamiento global, fabricar una bomba atómica o descubrir todos los elementos presentes en el universo. Sus laboratorios son automáticos (Sacaste 14 y ya pana, bórralo el mío, fallas de ensamblaje suponemos).
Nosotros conocimos lo que llamaban imposible al llegar a 4to año, se dice que funciona con un par de baterías doble AA y gasolina sin plomo, y se recarga en la sala de profesores al desenchufar la cafetera. Funciona con un reloj solar que le permite llegar en punto totalmente, y las enfermedades, pues como es una máquina no le afectan, tienes que ligar que cayera un palo de agua para que le afectara los sistemas. Nosotros como buenos investigadores intentamos buscar su punto débil, primero intentamos con lagrimas, probamos con una ola de jalabolismo, intentamos que un licenciado en química resolviera su examen y nos llego diciendo: “Panita, esto no lo he visto en la central y eso que doy clases el mío, suerte!”. Sus problemas son básicos para la construcción de bombas atómicas. Planeamos traer a Oparín pero los fondos no lo permitieron. En fin estamos e 5to gracias a Dios porque no sabemos cómo y por supuesto mirando hacia atrás con mucho respeto porque mucha gente murió en el intento.
Acotación: Por nuestra parte queremos agradecerle por nuestro sufrimiento, porque ahora nos la comemos en cualquier lugar con química, ya hasta los problemas del propedéutico lo hacemos con los dedos, suerte a los demás que tienen que pasar por esta agonía.